Como decía en mi anterior artículo, quiero hablar del “lenguaje políticamente correcto”, expresión en la cual se engloban diferentes Videoporno.
De hecho ya hace tiempo que existe esa corriente, aunque no es sino hasta tiempos recientes que aparece esa expresión.
Yo recuerdo que hace años leía una revista satírica americana que se llamaba y se llama “Mad” (Durante cierto tiempo se editó una versión en castellano). En uno de los números aparecía una familia formada por los padres y dos adolescentes, estos no querían que se les llamase “teenagers” (Como llaman en inglés a los adolescentes), pues lo consideraban denigrante y reivindicaban que se les llamara “subadultos”.
Aquí mismo tuvimos ya hace tiempo la conversión de “criadas” o “chachas” a “asistentas del hogar”, cambio producido más por los empleadores que reivindicado por las empleadas.
Hace ya diez años apareció un libro llamado “Cuentos para niños y niñas políticamente correctos” (Que tal redactado no deja claro quienes son políticamente correctos, los niños y las niñas o los cuentos), su autor James Finn Garner. Uno de los cuentos era “Caperucita roja” y en esta versión el lobo no se comía a la abuela, pues la violencia era “políticamente incorrecta”, el leñador no era tal sino “técnico en carburante forestal” y absurdidades de ese calibre. Naturalmente el libro no era para niños.
Aquí en Cataluña el libro fue traducido por Quim Monzó, quien en un reciente artículo aparecido en La Vanguardia, habla de ese tema debido al crecimiento actual de ese lenguaje. Explica que, para traducir correctamente el libro, recurrió a “The oficial politically correct dictionary & handbook” de Beard y Cerf, una sátira de esa corriente lingüística en USA. En ese manual, del cual debiera existir una versión en castellano, se proponía, a modo de ejemplo, la sustitución del termino “history” por el de “herstory” y de esa forma eliminar el tinte machista de la palabra original (His es el pronombre posesivo masculino y her el femenino).
De hecho ya hace tiempo que existe esa corriente, aunque no es sino hasta tiempos recientes que aparece esa expresión.
Yo recuerdo que hace años leía una revista satírica americana que se llamaba y se llama “Mad” (Durante cierto tiempo se editó una versión en castellano). En uno de los números aparecía una familia formada por los padres y dos adolescentes, estos no querían que se les llamase “teenagers” (Como llaman en inglés a los adolescentes), pues lo consideraban denigrante y reivindicaban que se les llamara “subadultos”.
Aquí mismo tuvimos ya hace tiempo la conversión de “criadas” o “chachas” a “asistentas del hogar”, cambio producido más por los empleadores que reivindicado por las empleadas.
Hace ya diez años apareció un libro llamado “Cuentos para niños y niñas políticamente correctos” (Que tal redactado no deja claro quienes son políticamente correctos, los niños y las niñas o los cuentos), su autor James Finn Garner. Uno de los cuentos era “Caperucita roja” y en esta versión el lobo no se comía a la abuela, pues la violencia era “políticamente incorrecta”, el leñador no era tal sino “técnico en carburante forestal” y absurdidades de ese calibre. Naturalmente el libro no era para niños.
Aquí en Cataluña el libro fue traducido por Quim Monzó, quien en un reciente artículo aparecido en La Vanguardia, habla de ese tema debido al crecimiento actual de ese lenguaje. Explica que, para traducir correctamente el libro, recurrió a “The oficial politically correct dictionary & handbook” de Beard y Cerf, una sátira de esa corriente lingüística en USA. En ese manual, del cual debiera existir una versión en castellano, se proponía, a modo de ejemplo, la sustitución del termino “history” por el de “herstory” y de esa forma eliminar el tinte machista de la palabra original (His es el pronombre posesivo masculino y her el femenino).